Foto y texto por Moni Basu
Traducción: Guillermo Alberto Rosas
Puerto Príncipe, Haiti (CNN) — Una dulce tristeza cubre el rostro de Hector Mendez, apropiadamente quizás, para un hombre de mediana edad que visto sufrimiento y milagros al mismo tiempo.
Muchos rescatistas han dejado la capital de Haiti, sin esperanza en sus corazones, 16 largos días después de el masivo terremoto que asolo un país y dejo a tantos sepultados bajo los escombros.
Muchos se han ido…
Pero no Mendez.
Baja a las oscuras profundidades, bajo los escombros de un edificio, todos los días a buscar por dos personas: Daniel Varese y su hijo de 4 años, Mateo.
La madre de Mateo, Marylinda Gonzales Davi, una empleada de la delegación guatemalteca de las Naciones Unidas, a vivido en Haiti por 4 años. Ella se encontraba en su trabajo cuando el terremoto golpeo con furia el 12 de Enero.
Rescatistas lograron sacar de los escombros a su hija Fabiana, viva, pero sin rastros de su esposo o de su hijo. Marylinda se niega a creer que están muertos.
Las noticias de su suplicio llegaron a oídos de Mendez, quien arribó a Puerto Príncipe con un grupo de 25 rescatistas mexicanos. Durante la última semana, la pobre mujer no se a separado de Gonzales.
Con sus trajes color naranja y opacados por el polvo, Mendez y su equipo han establecido campamento junto a los restos del Hotel Montana. Durmiendo a la intemperie, Gonzales y sus compañeros duermen durante cortos periodos de tiempo para recuperar un poco de energías y volver de inmediato a la búsqueda.
«Le dijimos que no nos iríamos. Nosotros estaremos aquí a su lado,» Mendez dijo. Tiene un nieto de la misma edad que Mateo.
Cada día, Mendez logra extraer cosas del lugar que la familia Gonzales llamó hogar: Un peluche, la computadora del esposo Marylinda, un tapete. Todo esto lo ayuda a saber en que cuarto del apartamento el equipo de rescate a entrado.
Mendez esta convencido que el padre y el hijo tienen posibilidades de estar vivos. El conoce la ciencia del rescate; lo a estado haciendo por un cuarto de siglo.
«No hay olor», dice.
Pero es la compasión de Mendez lo que lo guía atravez de toda esta odisea. El cree en el poder del amor. Los fuertes lazos que existen entre un hombre y su hijo, atrapados juntos. Ese eslabón, dice, es suficiente para mantenerlos con vida.
Aun ahora, dice, hay gente siendo rescatada con vida de los escombros. El Miércoles, rescatistas franceses salvaron a una niña de 16 años.
Después del devastador terremoto que golpeo la ciudad de México en 1985, Mendez, 46, sintió la necesidad de regresar el gran favor que el mundo le brindo a su propia gente en aquel entonces. Se unió a un grupo de rescate, Los Topos de Tlateloco, nombre bien elegido pues son ellos los que entran entre las esquinas mas oscuras buscando vida.
A sido voluntario en desastres alrededor del mundo: Indonesia, Latinoamerica, Iran, Italia, Turquia, India, Egipto, Nueva Orleans durante el huracán Katrina y en Nueva York tras la caída de las torres gemelas.
Haití, dice, a sido uno de las peores situaciones con las que se a encontrado. «La gente es muy, muy pobre aquí,». Mucha de la infraestructura y la construcción fue hecha precariamente desde un principio. Esta a sido la primera vez que el gobierno [Mexicano] a pagado su vuelo. Usualmente el encuentra la forma de llegar a los desastres por si solo. Esto lo a dejado en la quiebra y sin trabajo.
«¿Quien contrataría a este hombre viejo ahora?», el se pregunta. «La gente me dice que estoy loco».
Dice que lo hace por la pasión que siente de ayudar a la gente. «Vale la pena encontrar a una persona con vida».
Detrás de el, el incesante sonido de los martillos hidráulicos ensordece el ambiente. Sobre el, el rugido de los aviones despegando desde el aeropuerto. Pero el pertenece bajo tierra.
El tiempo apremia.
Aveces, en la oscuridad, cuando se arrastra como un topo, la tierra se estremece.
«¡Replica, Replica!», gritan algunos de sus compañeros. Es constante el temor que cualquier cosa que se encuentra en pie se derrumbe durante las numerosas replicas que se sienten en esta ciudad devastada.
Para otras personas, todo esto es una visión pesimista. Pero los ojos de Mendez te hacen creer. Le llaman «chino» por que la gente dice que parece de ascendencia china. Bromeando dice que parece un fiero guerrero Indígena Mexicano.
Después de tantos días, Mendez se mantiene con solamente 2 horas de sueño — y esperanza. Se mantiene en movimiento, cada vez mas profundo dentro del apartamento de los Gonzales.
En la búsqueda de un olor, en búsqueda del mas mínimo sonido. El quejido de un niño o el llanto de un hombre por ayuda.
Día o noche, no hay diferencia haya abajo.
*****NOTA